La noticia llegó finalmente tras dos años de dilaciones: Julian Assange será extraditado a Suecia para someterse al interrogatorio al que fue convocado y del que ha faltado desde el verano de 2010. Antes, la justicia británica, “sólo tiene que...”.
Si la extradición de Julian Assange a Suecia finalmente se lleva a cabo, si no consigue escaparse antes o retrasar el proceso aún más, no resulta muy extraño pensar que será interrogado para acto seguido ser puesto en libertad. A pesar de lo que el resto del mundo parece creer, es muy difícil conseguir que se juzgue a alguien en Suecia por violación u otros tipos de violencia sexual. Es aún más difícil que se le encuentre culpable de dichos delitos.
Un condón roto parece ser la prueba principal en el caso. Éste, según Assange, se habría roto solo, mientras que una de las mujeres asegura que es el mismo Assange el que lo habría hecho siguiendo una moda sexista en expansión; moda que se hace visible en comentarios que circulan por internet y en declaraciones del propio Assange.
Prueba que se hace aún más patente con el testimonio de la otra mujer con el que describe la gran resistencia que Assange mostraba hacia el uso del condón. Pero, como en la mayoría de los casos relacionados con ”presuntos” delitos sexuales, se trata del testimonio de uno contra el testimonio del otro. La praxis en este tipo de casos nos muestra también que es muy difícil conseguir una condena en este tipo de juicios. Como prueba la inquietante cifra que refleja que el número de condenas por delitos sexuales en Suecia es muy bajo en proporción al número de casos denunciados.
Tras la huida de Assange de Suecia el abundante material perteneciente al sumario de la investigación se hizo público a través de internet. Según el mismo la defensa basaría el caso, si se llegara finalmente a juicio, en unos clichés bastante conocidos. Es decir, la víctima iba vestida de manera muy provocativa, había mostrado interés y se había dejado “conquistar”, las relaciones sexuales eran de mutuo acuerdo, el alcohol... Por supuesto, una situación bastante incómoda para una persona que quiere probar su causa.
Para la mayoría el caso Assange trata, por supuesto, de otros muchos temas. Tales como el sistema judicial y la libertad de expresión, tanto la sueca como la británica o norteamericana. También de guerra y paz, de la izquierda y la derecha. Pero este caso trata también de la guerra entre los sexos, de machismo y de sexismo. Y, claro, del “modelo sueco”.
Alianzas de todo tipo – todo, bajo la atenta mirada de la fábrica de opiniones que las redes sociales suponen. O, dicho de otra manera, todo el mundo tiene una opinión sobre el tema a pesar de contener al menos tres cuestiones de carácter muy diferente.
A parte de la opinión que se pueda tener o no sobre la relación existente entre Suecia y Estados Unidos lo que le espera a Assange es una investigación sobre un delito sexual así como la acusación de desacato al tribunal por no haberse presentado a las citaciones a las que ha sido llamado. La única forma de evadirse del interrogatorio es el desestimar el testimonio de ambas mujeres y quizás, incluso, participar en lo que se ha venido a denominar como Bjästa* Global, el primer y peor ejemplo de campaña de desprestigio que se ha vivido desde el nacimiento de Internet. Por eso, el que Assange finalmente vaya a ser extraditado, es una buena noticia. Y cuanto antes mejor.
La red social en la que Julian Assange, y más tarde Wikileaks, tienen su foro está representada mayoritariamente por hombres y la jerga utilizada es también de carácter muy masculino. La mezcla de comentarios irreverentes con relevantes, de lo personal y lo político, normalmente de manera anónima, crea un clima peor que el que se podría encontrar en cualquier sauna masculina. Puede que Julian Assange sea un genio de internet, pero él mismo admite que su objetivo principal para convertirse en un hacker fue un litigio por la custodia de unos menores que se había complicado.
Lo que se ha venido a denominar como la Bjästa* global no es más que el resultado de esta podredumbre generada por los círculos sociales donde predomina el anonimato y dominados por la representación masculina. Para las mujeres no vale la premisa jurídica que dicta que todos los seres humanos son inocentes hasta que no se demuestre lo contrario. Nada más lejos de la realidad. Estos señores que se refugian en el anonimato saben exactamente qué es lo que ha pasado en los dormitorios de estas mujeres.
Con el debate generado por las visitas de Assange a Suecia el odio hacia la mujer entre los miembros de estos grupos ha evolucionado para convertirse en un odio feminista en toda regla. O, como el mismo Assange lo describe, ”Suecia es la Arabia Saudí del feminismo”.
Desgraciadamente hay personajes conocidos entre las filas de la izquierda, como John Pilger y Michael Moore, que han elegido defender la estrategia de Julian Assange con la que pretende evadir la justicia sueca, en lugar de apoyar de una manera franca la causa que merece ser apoyada: Wikileaks y la actividad que desempeña. Una organización que, además, ha llevado a cabo un duro trabajo para intentar zafarse de la dominación de la persona Julian Assange.
Los perdedores son el sistema judicial sueco, la confianza en la justicia europea, el ya de por sí débil trato judicial de los delitos sexuales, las víctimas de Assange en particular y el resto de mujeres que sufren algún tipo de violencia en general – de una manera global. Y por supuesto Wikileaks y la importante actividad que lleva a cabo. Posiblemente también Julian Assange que habría sido puesto en libertad o quizás cumplido su condena y que, seguramente, habría seguido asegurando que de lo único que es culpable es de ser machista.
Defender Wikileaks no es lo mismo que defender a Julian Assange como persona, sino la defensa de la protección al acceso a información en su manifestación más moderna. Tampoco es lo mismo que defender el derecho al anonimato en internet. Sería deseable y apropiado que más gente pudiera diferenciar entre lo que son ”hechos” y lo que es la ”persona” para mostrar su apoyo a Wikileaks y no a Julian Assange.
El desear que Assange sea extraditado a Suecia no es tampoco lo mismo que defender la forma que el sistema judicial sueco tiene de tratar los casos de delitos sexuales en general y el caso Assange en particular. Además hay muchas cosas extrañas en torno al caso: el que el sumario de la investigación se hiciera público, que los cargos se retiraran para poco después reabrir el caso, la forma en la que el interrogatorio se ha planteado, o simplemente el hecho de que la fiscal Marianne Nye no quisiera hacer ningún tipo de comentario sobre el veredicto de extradición que se hizo público el miércoles. Estas son también algunas razones para exigir aún más claridad en el caso.
Aún más si pensamos en el contexto europeo actual en el que se ha extendido la creencia popular de que la mejor manera de evitar un interrogatorio por delitos sexuales en Suecia es, simplemente, irse a Inglaterra. ¿Qué tipo de mensaje transmiten actuaciones de este tipo? Amparo judicial, ¿para quién?
Si finalmente Assange fuera extraditado a Estados Unidos a su llegada a Suecia, algo que él y muchos con él aseguran que es lo que va a ocurrir, la toma de conciencia global de que Suecia no es más que un simple estado vasallo de Estados Unidos sería aún más importante que el propio bienestar de Julian Assange. En ese caso sería, de nuevo, la misma autonomía del sistema judicial lo que habría que defender, no a la persona Julian Assange.
Julian Assange ha declarado que se encuentra en medio de lo que él denomina una guerra mundial por la información y él no es más que un chivo espiatorio. Peor es el caso entonces de Bradley Manning que ni siquiera ha gozado de los servicios de un abogado defensor ya que ese apoyo habría sido un sinónimo de señalar que él era la fuente de información.
Las mujeres víctimas de Assange tendrán que esperar aún dos semanas. La justicia británica ”sólo tiene que...”. E independientemente de cuál sea el resultado de los supuestos delitos de Julian Assange las mujeres siempre y de antemano se encontrarán duramente enjuiciadas y en entredicho – en todo el mundo.