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Desobediencia civil contra la Ley Mordaza

El gobierno español intenta amordazar a sus ciudadanos por vía legal para callar las protestas contra las consecuencias sociales de la política de austeridad. Laura Arau expone que es vital retomar la tradición de desobediencia civil contra las leyes injustas.

Convertir la supuesta minoría ruidosa y desafiante en una mayoría silenciada y obediente. Esta parece ser la intención del gobierno español. Acciones de protesta ante instituciones como el Congreso de los Diputados, actos no violentos como los escraches a la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, o la grabación y difusión de imágenes de los cuerpos de seguridad del Estado podrían llegar a estar sancionados -administrativa y penalmente- en un corto plazo de tiempo.

El viernes de la pasada semana, el Consejo de Ministros del Gobierno español aprobó el Anteproyecto de Ley Orgánica de Protección de la Seguridad Ciudadana, también llamada Ley Mordaza por parte de los movimientos sociales. Con este símbolo, se pretende ilustrar la política llevada a cabo por el Gobierno del PP en los últimos dos años: restricción de los derechos sociales, represión policial de la protesta, sanciones administrativas a los desobedientes y endurecimiento del Código Penal.

Nos encontramos ante un escenario de gravísima polarización social en el que la protesta ciudadana se está convirtiendo en el único medio de supervivencia colectiva a las consecuencias de las políticas de austeridad. Es en este momento cuando el principio moral y jurídico de la desobediencia civil cobra una vital importancia.

La justicia debe estar por encima de la ley. Thoreau, uno de los primeros teórico-prácticos en el campo de la desobediencia civil, lo tenía claro. Para mejorar las condiciones sociales, daba apoyo a todas las acciones que se encontraban en el límite de la legalidad o que, sencillamente, eran ilegales. Muchas personas le siguieron los pasos. Mahatma Gandhi, Nelson Mandela, Martin Luther King, Louise Michel, Rosa Parks o Kate Sheppard son algunos ejemplos.

Más cerca de casa encontramos casos como el de Pepe Beúnza, que a través de la objeción de conciencia fue uno de los impulsores de la lucha antimilitarista en España, o el de Enric Duran, que demostró la posibilidad de desobediencia ante los mecanismos bancarios de generación de deuda.

La historia nos ha demostrado que estar a la altura de las circunstancias es hacer frente a las injusticias a través de la desobediencia civil ya que, como decía Martin Luther King, “nadie nos subirá encima si no doblamos la espalda“.

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